Esta obra representa la llegada al portal que se anhelaba desde el principio: ese umbral que no solo aparece, sino que confirma que se está en el camino adecuado.
Es el punto en el que una señal clara —pequeña pero decisiva— ilumina el nuevo sendero y transforma la incertidumbre en certeza.
Aquí el viaje ofrece por primera vez una respuesta evidente: “es por aquí.”
Los diminutos, uno a uno, introducen sus canicas en el acceso del portal, cargando de intención y sentido el paso que van a dar.
El formato reducido de la obra remarca la idea esencial: a veces algo mínimo —un detalle, una intuición, una señal— inicia el giro que lo cambia todo.
El portal deseado es el momento en que el cambio deja de ser búsqueda para convertirse en dirección.
No es el final del viaje, pero sí la primera vez que el futuro se revela con claridad.

