En mi obra pictórica Cristo en el Ciberespacio: Navegando la Fe en el Siglo XXI, la cruz, símbolo ancestral del cristianismo, se presenta como un testigo silente de la intersección entre la fe y la tecnología en la era moderna.
Aquí, la cruz —que durante siglos ha representado la redención y la esperanza— se muestra crucificada por la omnipresencia de la tecnología, el nuevo dios de las generaciones actuales.
En este escenario, la tecnología se alza como un ídolo contemporáneo, capaz de moldear nuestras vidas y dirigir nuestros destinos.
Sin embargo, la cruz persiste como recordatorio de fortaleza y resistencia en tiempos de adversidad.
En medio de los desafíos del siglo XXI, la cruz se erige como un faro de esperanza, un símbolo de fe que nos guía a través de las tormentas de la vida.
A través de mi obra, invito a reflexionar sobre el papel de la fe en un mundo cada vez más dominado por la tecnología.
Recuerdo que, incluso en la era del ciberespacio y la digitalización, la esencia de la humanidad sigue siendo la misma.
La cruz nos enseña que, ante las pruebas y tribulaciones, es la fe la que nos sostiene y fortalece, ofreciéndonos consuelo y esperanza en los momentos más oscuros.
