En esta etapa, el viaje continúa a través de una sucesión de portales ya abiertos.
El tránsito sigue activo, pero ahora bajo una lógica más selectiva: un avión de papel ya cruza al siguiente universo, mientras otro permanece frente al portal, esperando su turno y observando cómo el avance ocurre para quienes ya están preparados.
Los portales funcionan aquí como filtros encadenados: cada uno permite el paso solo a quienes han alcanzado el punto adecuado del proceso.
La escena muestra que, a medida que se progresa, el viaje deja de ser colectivo y se vuelve individual —cada uno cruza cuando está listo, no cuando le toca por turno.
Continuando el viaje cruzando universos recuerda que la transformación no ocurre de una vez, sino atravesando aperturas sucesivas.
La continuidad del viaje no depende solo del deseo de avanzar, sino de la preparación interna para cruzar cada nuevo portal.

