Esta pieza la trabajé sobre una tabla fenólica, que me gusta mucho usar por la rigidez y la textura que tiene. Encima, fui construyendo todo el universo con resina epoxi, tanto en la base como en las Kriatures, que son esas pequeñas figuras en 3D que ya se volvieron parte de mi lenguaje visual.
La base está resinada para lograr ese efecto brillante y profundo, donde los tonos azules y blancos se mezclan como si fueran corrientes de agua, como un flujo en movimiento. Quería que se sintiera como una especie de paisaje líquido o atmósfera viva, un espacio donde las Kriatures habitan y se desplazan.
Las figuras están distribuidas de forma orgánica, algunas flotando, otras más concentradas, creando una especie de caos ordenado. Entre medio aparecen zonas negras y rugosas, que contrastan con el brillo y la suavidad del resto, y que para mí representan materia, energía o fragmentos de algo que está mutando.
Todo el conjunto está pensado como una composición viva, donde cada elemento —la forma de la tabla, la resina, los volúmenes, los brillos— interactúa entre sí. Me interesa ese punto donde lo orgánico y lo artificial se cruzan, donde lo fluido y lo sólido se mezclan, y donde cada Kriature parece tener su propio destino dentro del caos.
Al final, firmé abajo, como siempre, para cerrar el ciclo.
Es una obra que habla de vida, movimiento y transformación, todo contenido dentro de esta especie de microcosmos que se forma en la resina.
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