En su lienzo, el maestro Juan Carlos Santoscoy captura las consecuencias desoladoras de las pruebas nucleares en los desiertos, donde la contaminación del suelo y del agua subterránea se convierte en una realidad inquietante.
A través de trazos evocadores, Santoscoy nos sumerge en un paisaje marcado por la exposición a radioisótopos y la devastación ambiental.
Cada pincelada es un eco silencioso de las heridas infligidas a la tierra y a las generaciones futuras, un recordatorio de la urgencia de proteger el planeta y de afrontar con responsabilidad el legado de la era nuclear.

