Después de cruzar el umbral, el avance no trae calma inmediata: trae intensidad.
La rueda de las emociones muestra el momento en que la vida ya ha cambiado, pero el interior aún oscila.
Decenas de diminutos empujan canicas de múltiples colores alrededor de un portal en plena activación.
Cada color representa una emoción distinta que pugna por ocupar el centro: ilusión, miedo, alivio, nostalgia, vértigo, esperanza.
La escena revela que no somos uno solo durante el cambio, sino muchos a la vez:
una parte quiere avanzar, otra se aferra al pasado, otra duda, otra celebra.
El movimiento circular no indica estancamiento sino reorganización: el viaje está en marcha, pero las emociones necesitan girar para encontrar nuevo equilibrio.
Esta pieza recuerda que toda transformación profunda atraviesa esta fase de mezcla emocional.
El caos no contradice el progreso: lo acompaña.
La rueda no bloquea el camino, forma parte de él.
